viernes, marzo 16, 2007

El problema de las periodizaciones





Ilustración:



Cecilia DelGaudio




Clio












UNIDAD 1

HISTORIA SOCIAL DE LA EDUCACION I.

Trabajo Práctico Nº 1

A) Duración:

- Una clase de Trabajos Prácticos.

B) Objetivos:

- Iniciar la aproximación a las categorías teóricas que organizan el Programa de la asignatura Historia Social de la Educación I.

- Comparar y analizar distintas periodizaciones.

C) Temas:

- Objeto de estudio de la HSE I.

- Categorías teóricas utilizadas en la definición de la HSE I.

- Las periodizaciones como problema teórico.

D) Actividades previas:

- Se requiere por parte de las/os estudiantes la lectura individual previa de la bibliografía utilizada para elaborar esta Guía de TP Nº 1. Teniendo en cuenta que es el inicio de las actividades sólo se indica una lectura atenta de los textos.

E) Actividades a desarrollar en la clase de Trabajos Prácticos:

- Aplicar a los fragmentos seleccionados (ver Anexo) las categorías teóricas presentadas en Cucuzza (1996) y Pinkasz (1994), redactando un breve texto que de cuenta del análisis realizado.

- Construir un cuadro de doble entrada con tres de las periodizaciones presentadas en Cucuzza (1997) y la propuesta por Ong (1987), que debe incluir al menos las siguientes dimensiones: denominación del período, ubicación temporal, criterio utilizado por el/los autor/es para organizarla.

- Ubicar los fragmentos del Anexo en dos de las periodizaciones utilizadas para organizar el cuadro (una, la de Ong).

- Redactar un comentario al trabajo realizado, tomando como referencia la siguiente cita:

“No obstante hemos dejado planteadas y abiertas para la discusión algunas problemáticas teóricas y epistemológicas que surgen inmediatamente como consecuencia del sólo tratamiento del tema, tales como la supuesta existencia de «leyes objetivas» que gobiernan el devenir de las sociedades en las visiones del marxismo ortodoxo o en las de algunos funcionalistas, el etnoeurocentrismo dominante en las sedicentes historias

Para una lectura en superficie, una periodización no seria más que un registro de continuidades y rupturas, apelando a categorías tan frecuentemente utilizadas como engañosamente antidialécticas para plantear la relación entre lo viejo y lo nuevo en los procesos históricos.

Una periodización, aunque compuesta por fechas, no es una simple e inocente cronología: implica concepciones del tiempo y del espacio, visiones del otro y del nosotros, y, en definitiva, la construcción de una propuesta teórica por encontrar respuestas al sentido de la historia” (Cucuzza, 1997: 83).

Bibliografía utilizada:

CUCUZZA, Héctor Rubén (1996) "Hacia una redefinición del objeto de estudio de la Historia Social de la Educación" en CUCUZZA, Héctor Rubén (comp.) Historia de la Educación en debate, Bs. As, Miño y Dávila.

CUCUZZA, H. R. (1997), De continuidades y rupturas: el problema de las periodizaciones, en Anuario de Historia de la Educación Nº 1 1996/1997.

ONG, W. (1987) Oralidad y escritura, México, FCE., Cap. I( "La oralidad y el lenguaje”).

PINKASZ, D. (1994) Comentarios introductorios a la asignatura Historia Social de la Educación I, Universidad Nacional de Luján, mimeo.

Autores:

Selección de fragmentos Anexo: Magíster Paula Spregelburd.

Elaboración de la Guía de TP Nº1: Profesor Roberto Bottarini.

Anexo

ROMA. SIGLO V a.C.

"La primera noticia segura sobre una escuela primaria en Roma data del año 449 a.C. Se trataba de una escuela particular, como todas las de entonces, a la cual enviaban sus hijos las familias menos ricas. Las que no podían costear en su propio hogar un instructor enteramente al servicio de los niños, se ponían de acuerdo para costear entre varias los gastos de una escuela. Artesano como cualquiera, el maestro primario -ludimagister- era un antiguo esclavo, un viejo soldado, o un pequeño propietario arruinado que alquilaba un estrecho local llamado pérgula y abría allí su «botica de instrucción». Como el local daba a la calle, todos los ruidos llegaban a la escuela, y para que la semejanza con los demás «negocios» fuera completa, las primeras escuelas que se abrieron en Roma se instalaron en el Foro, entre las mil y una tienda que los colmaban. [...]

Unas veces casi en la vereda, otras casi en la azotea, la escuela de primeras letras se componía de algunos bancos para los alumnos y de una silla para el maestro. Escasos cubos, y esferas casi siempre, algunos mapas a veces, constituían todo el material. Con la férula en la mano, el maestro hacía repetir, interminablemente, las monótonas lecciones sobre el texto de las Doce Tablas".

(Tomado de PONCE, Aníbal (1972), Educación y lucha de clases, Bs. As., El viento en el mundo).

EUROPA OCCIDENTAL. EDAD MEDIA.

"Fue en los monasterios de Occidente donde el deseo de orden y de poder, distinto del que se expresaba en la dominación militar de los hombres más débiles, se manifestó primeramente después del largo período de incertidumbre y de sangrientos desórdenes que vio la decadencia del Imperio Romano. Dentro de las murallas del monasterio regía el asilo; bajo la regla del orden, la sorpresa, la duda y la arbitrariedad, así como la irregularidad, quedaron eliminadas. Frente a las fluctuaciones erráticas de la vida mundanal, en el monasterio imperaba la disciplina férrea de la regla. Benedicto agregó un séptimo período a las devociones diurnas, y en el siglo VII, el Papa Sabiniano, en una bula, decretó que se tocaran las campanas del monasterio siete veces en las veinticuatro horas. Esas puntuaciones empleadas para dividir el día fueron conocidas con el nombre de horas canónicas y fue necesario arbitrar medios para llevar la cuenta de ellas y asegurar la repetición regular.

[...] El monasterio era la sede de una vida regular, y puede decirse que el producto inevitable de esa vida era un instrumento que diera la hora a intervalos regulares o recordase al hombre que tiraba la cuerda de las campanas que había llegado el momento de hacerlo. Si bien el reloj mecánico no apareció hasta que las ciudades del siglo XIII exigieron una vida ordenada, la costumbre del orden mismo, regido por la hora, se convirtió en una segunda naturaleza de los hombres que moraban en el monasterio. Coulton está de acuerdo con Sombart al considerar a los benedictinos, la gran orden trabajadora, como los fundadores originales quizá del capitalismo moderno: sus reglas ciertamente liberaron al trabajo de su maldición, y sus grandes obras de ingeniería pueden hasta haber quitado parte de su encanto al arte de la guerra. Por lo tanto, no exageran los hechos cuando se sugiere que los monasterios [...] contribuyeron a dar a la empresa humana el ritmo y la pulsación regular colectiva de la máquina; en efecto, el reloj no sólo es un medio para llevar cuenta de las horas, sino también para sincronizar las acciones de los hombres".

(Tomado de MUMFORD, L. (1945), Técnica y civilización, Bs. As., Emecé).

INGLATERRA. SIGLO XIX.

"Realmente sorprende que, a pesar de la rapidez y de la fuerza de la industrialización en Inglaterra, y, por lo tanto de los cambios científicos y tecnológicos, no se hiciera ningún intento serio a mediado de siglo para crear nuevas formas de educación relacionadas específicamente con este enérgico empuje hacia arriba o que, si se hicieron tales intentos, su éxito fuera marginal. [...]

Los nuevos portavoces de las clases medias industriales -los utilitaristas- hicieron hincapié en la necesidad del conocimiento moderno y de una reforma total del plan de estudios.

Fue en [...] la década de 1820 y principios de la de 1830 cuando empezó a expresarse con energía lo que podría denominarse un ataque específicamente burgués (o de clase media) en la educación.[...]

Se produjo, pues, un claro desafío a la hegemonía de la cultura de la aristocracia y la alta burguesía tal como se encontraba personificada en las instituciones educativas tradicionales. Sin embargo, no fueron ni estas tendencias ni estos intereses los que arrollaron con todo en el proceso de reestructuración que se produjo entre los años 1850 y 1870 y con posterioridad. En realidad, los acontecimientos se desarrollaron en una dirección contraria. El estudio de los clásicos -la tradicional materia del plan de estudios- se revitalizó en la última mitad del siglo, ya que se consideró que el plan de estudios era adecuado para las clases medias altas victorianas. Los rasgos distintivos, las costumbres y, claro está, las instituciones de la educación tradicional se convirtieron en los modelos cada vez más aceptados por las clases medias y las nuevas fuerzas sociales que pujaban entonces por la hegemonía. La cultura de la aristocracia y de la alta burguesía fue aceptada de hecho por los principales sectores de la burguesía. [...] Parece ser que esta nueva clase, que entonces estaba conquistando posiciones de poder, tomó posesión de los símbolos ya existentes de supremacía y dignidad, que todavía conservaban su significado. De cualquier modo que esto sucediera, no hay duda de que el desafío de las nuevas fuerzas sociales había desaparecido ya. Los objetivos educativos de las nuevas clases sociales había llegado a ser ambivalentes".

Tomado de SIMON, B. (1992), "Sistematización y segmentación en la educación: el caso de Inglaterra", en MULLER, RINGER y SIMON (comp.), El desarrollo del sistema educativo moderno, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

"Este no es el lugar para hacer una crónica en detalle de las actividades educativas y de propaganda de los primeros socialistas, pero la principal dirección de dicha actividad puede ser indicada.

En primer lugar, llevaron su mensaje puertas afuera e iniciaron un modelo de fin de semana y reuniones al aire libre. De esta manera, un domingo, 26 de abril de 1885, solamente en Londres fueron dadas conferencias en once lugares [...] Fue en uno de esos mitines donde T. Mann oyó por primera vez el punto de vista socialista, expuesto por J. Burns. El empuje de esos líderes en aquellos primeros años fue extraordinario. En el tiempo de la ruptura de la Liga Ssocialista, en 1884, Hyndman habló en mitines al aire libre sesenta y seis domingos consecutivos; en cuanto a Morris, además de seguir con su trabajo y también de escribir, organizar y concurrir a innumerables mitines de comité, dio en 1884 algo así como cuarenta conferencias en Londres, Bradford, Leeds, Edinburgh, Sheffield, Newcastle y otros lugares. Dio cuarenta conferencias nuevamente en el año siguiente, alrededor de sesenta en 1886 e igual número en 1887. Un espacio importante para conferencias sobre socialismo fue ofrecido por las Sociedades Laicas locales en todo el país. Aquí muchos de la clase media y trabajadora de índole progresista en general, se reunieron, y no pasó mucho tiempo en generarse un cambio radical en el carácter de los mitines por el impacto de los oradores socialistas. En Leicester, por ejemplo, Hubo una floreciente Sociedad Laica (que aún existe) con su propio edificio construido en 1881. El primer número de Justice, el periódico de la S. D. F., informa sobre una conferencia sobre socialismo dada allí por Hyndmann: «La audiencia era buena y entre la multitud había muchos viejos socialistas de la época de R. Owen». Quince días después W. Morris dio por primera vez su famosa conferencia sobre «Arte y Socialismo». Al año siguiente, E. Aveling hablaba en Leicester en un atestado salón, empeñándose en ganar su audiencia para atacar el capitalismo más que el cristianismo.

Esta infiltración no tuvo lugar sin oposición, lo que llevó a una mayor controversia. Bradlaugh fue, por supuesto, un violento opositor al socialismo, y en los comienzos de 1884 dio una serie de conferencias expresando sus puntos de vista en el Salón de Ciencias en Londres. Esto condujo a un debate público entre Hyndmann y Bradlaugh, lo cual marca una crisis en la historia de las ideas. Ante una gran audiencia, fueron debatidos punto por punto los principios básicos del socialismo contra el individualismo por el principal protagonista de cada postura. Es generalmente admitido que Hyndman resultó el mejor de los dos, tanto que el otro miembro líder del movimiento laico (la compañera principal de Bradlaugh durante más de dos décadas), y E. Aveling se unieron a S.D.F."

(Tomado de SIMON, B. (1965), Education and the labour movement (1870-1920), London, Lawrence & Wishart).


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