A. La crisis de legitimidad como síntesis de otras crisis: de identidad, de dependencia, de participación, de representación (Waldman). El golpe de estado de 1943como respuesta a las crisis.
B
Diagnóstico y objetivos del GOU, sus planes políticos. El papel de Perón. La creación de la Secretaría de Trabajo, las políticas hacia los trabajadores. El 17 de Octubre.
Oposiciones y apoyaturas: coaliciones sociales y políticas, la polarización de la sociedad.
C. El peronismo (1946-55):
Los cambios en el Estado: I. Profundización y reorientación de las funciones interventoras del Estado Nacional: a) nacionalización del Banco Central y del crédito; b) creación del IAPI y nacionalización del comercio exterior; c) las políticas sociales; d) nacionalización de las empresas de servicios públicos. III. Creación de Empresas estatales. IV. La reforma de la Constitución Nacional: causas, objetivos y propuestas. V. La reforma educativa: democratización y masificación del sistema; el trabajo como contenido; la formación técnica y política; la peronización del currículum.
Creación (y derrota) del partido Laborista como intento de autonomía obrera. El partido Peronista.
El modelo sindical peronista: organización desde los centros productivos y centralización.
La política económica y los Planes Quinquenales: objetivos, propuestas, desarrollos. La relación con el capital extranjero.
El régimen político: democracia liberal vs. democracia social; ciudadanía liberal vs. ciudadanía social. Las libertades públicas y los intentos de golpe de estado.
La mosca en la nariz.
ResponderBorrarMinutos antes la mosca apoyaba sus lánguidas extremidades inferiores; sus patas y hocico, sobre la superficie mierdosa que decoraba el pasillo. Minutos después, la misma mosca, posaba displicente sobre la punta de su nariz. “Esta sentado a la derecha de Dios padre todopoderoso…” Repetía el siempre fiel acolito eclesiástico Roberto Gonzáles, laico por excelencia, obrero, ungido con la gracia divina, la vocación de servicio, los dones del espíritu, la nada y lo absoluto. La nada, Roberto no tenia nada, más que su titulo de cristiano modelo, su pala y su escasez, el hambre y la disconformidad mansa y acallada. Lo absoluto, Roberto Gonzáles tenia fe ciega, esperanza en el paraíso, voluntad de amar, entrega absoluta para ese día, que con una mosca en la nariz, no dejaba de rezar, ni de contemplar calmo la imagen de Cristo, sentado a la derecha de Dios, siempre a la derecha.
Y la mosca olía a mierda. Roberto Gonzáles no quería quitarla de encima, no podía desconcentrarse de su estado de abstracción. Desde pequeño le habían educado para la paz, y era tanta su paz, que no creía justo matar la mosca que caminaba en su cara. La mosca recorría sus mejillas, saltaba hacia su frente y volvía a la nariz, se trasladaba hacia los labios que no dejaban de enunciar “creo en el espíritu santo, en la santa iglesia católica, en el perdón de los pecados…” Roberto Gonzáles perdonaba a la molesta criatura que llenaba de excremento su rostro. Sonreía, la ignoraba, menguaba su pecado, la olvidaba. “Si esta ahí por algo es, debo aceptarla, por algo esta allí, algo habré hecho, tal vez para eso he nacido, la merezco por ser lo que soy” pensaba la inconciencia de Roberto, educada para auto despreciarse, auto reprimirse, oprimida por la educación escolar y mediática. La mosca llenaba de mierda cada centímetro de su piel. Cuando la perdía de vista, el olor hacia eco de su presencia oculta, tal vez detrás de las orejas o sobre el pelo. La mosca, invisible, sutil, estratégica, sabia la paz de su verdugo, la pasividad del cuerpo inerte, que por momentos rezaba para comprenderla, aceptarla y amarla. Cuando el dolor del hambre en la carne era insoportable, le pedía a gritos a un Dios sordo y a sus mudos apéndices terrestres, que se librara de la mosca, la mierda y el olor a indigencia, rezaba para que se vaya, y pedía perdón por no orar lo suficiente.
Esa paz confundida con silencio, obediencia, calma y tolerancia, hacía de Roberto un hombre desgraciado. Pero Dios está a la derecha. Y en su morada, estructura poderosa, un regimiento de moscas hacían fila para la lucha diaria por ganar territorio y legitimidad entre sus victimas. Necesitan más Robertos González a quienes sembrar mierda, sin peligro de muerte ni derrota. Y lo glorioso de Roberto era su inocencia. Un hombre de Dios, un buen hombre, un hombre de bien, un laburador, honesto, pacifico, un sujeto que nunca se quejo de nada, que siempre respeto con perseverante firmeza los horarios fabriles, nunca llego tarde al trabajo. Nunca falto a la fábrica, al igual que Sarmiento. Auque nunca tuvo posibilidad económica de ir a la escuela, ni de matar bárbaros. Pero la barbaridad estaba en su frente, dejando huellas imborrables de mierda sólida. Mierda rojiza, vaya a saber él de quien. De quienes.
Pero Roberto Gonzáles no protestaba, nunca protestó. No quería caer en la tentación, ni merecer el infierno latente de los desobedientes. El infierno que merecía toda intención o tentativa de subversión, de pensar diferente, de cambiar la sociedad, de hacerla mas justa, la justicia y la igualdad es cosa del demonio. Los desconformes sublevados compañeros de trabajo habían desaparecido hace tiempo, masacrados y arrojados al mar, por luchar contra las moscas, por no querer comer mierda, por resistir, por no rezar en paz.