Ilustración tomada de http://www.sesamo.com/handwriting/index-es.html
Cuando comencé mi carrera de maestro, hacia los sesenta la carrera del pobre, el Normal Nº2 Mariano Acosta de
1) Allí comenzaron mis primeros contactos con la tecnología educativa normalista disponible al servicio del aula graduada: el pizarrón, la escuadra y el compás de maderas, la tiza y el borrador.
El museo de la escuela proveía de ñandúes en tamaño natural embalsamados, huevos de ñandúes, plumas de ñandúes convertidas en plumeros por aprovechados “pulperos” de la campaña rural, enormes huevos de ñandú y láminas del pajarraco escapando a las boleadoras de los gauchos; para las clases de práctica que planeaba el futuro normalista.
Pero además una mística llevaba a que el profesor de Matemáticas nos negara el compás que estaba sobre el escritorio para obligarnos a trazar un círculo a pulso sobre el pizarrón. Y el de Geografía a dibujar el croquis de
Cada uno de esos artefactos los manejaba yo desde el centro de la clase magistral. Los productos eran privados pero se hacían públicos en los cuadernos de los alumnos y la mirada de la familia, los libros de temas, las supervisiones de las planificaciones por parte de las direcciones y éstas a su vez por los inspectores.
2) Al toparme con la realidad en una escuela del distrito 20 de Mataderos, no había museo, ni ñanduces, los mapas los restauramos con el maestro de sexto (de paso un profiláctico olvidado nos denunciaba que la mapoteca era el lugar menos santo del templo escolar).
Allí fue que tomamos contacto con dos veteranos normalistas, Juan Domingo Miselli y Anunciada Mastelli de Miselli,(1) con los que aprendimos una tecnología que nos permitía zafar del Manual Kapelusz para la resolución de problemas, entre otras temáticas.
Se diluía “cola de pescado” y en una pasta gelatinosa pomposamente denominada hectógrafo, se presionaba un original con tinta hectográfica, y en esa primitiva imprenta podíamos sacar hasta veinticinco copias para realizar ejercicios de análisis del enunciado del problema para encontrar la incógnita y decidir si se brindaban los datos necesarios para su resolución, por ejemplo.
Seguía manejando yo el hectógrafo a mi criterio, pero los circuitos del control de lo privado por las instancias públicas se mantenían en funcionamiento, a pesar del cuestionamiento al manual y al libro de texto único.
3) Al comenzar mi experiencia como profesor de historia en el Instituto “Esteban Echeverría” de Munro, trasladé a mis prácticas docentes un mimeógrafo que tomaba prestado como delegado de
El mimeógrafo era la imprenta casera utilizada por los movimientos políticos y gremiales que aportaba una tecnología educativa prometedora luego de ensayos a prueba y error con enchastres de hojas y camisas en tintas indelebes.
El mimeógrafo tampoco era compartido por los alumnos (era del gremio) aunque luego me enteré de la experiencia freinetiana de Luis Iglesias en Tristán Suárez; y ya comenzaban a manifestarse cruces entre lo público y lo privado.
3) Y finalmente, un miércoles, febrero 08, 2006, ya desde la cátedra universitaria, inauguré un blog que puede consultarse en http://histedunlu.blogspot.com/; cuando esa palabra “blog” era desconocida hasta por los propios adolescentes; aprendí a, realizar enlaces del modo hipertexto, a insertar ilustraciones, modificar las plantillas y las consignas, etc., etc. En este último punto la consigna modificada pedía: comento, dudo, pregunto, cuestiono y la pretensión era que al final de cada clase teórica los estudiantes formularan alguna de esas consignas para que una vez recibidas en mi domicilio pudiera regresar al próximo teórico con una devolución. Las resistencias al trabajo, que ponen en cuestión aquello de los “nativos digitales”, merecen un trabajo de análisis aparte.
Se les ofrecía a los estudiantes una herramienta de intervención crítica pero no hacían uso de ella lo que merecería una nueva exposición.
Y cierro ya, por ahora:
Me encuentro con una explosión de construcción colectiva de la escritura a través de los celulares y las redes sociales como Face-book y Twuitter, entre otros, cuestionando lo público y lo privado de hecho en las relaciones internas de la escuela, y de ésta con la sociedad.
Y lo más desafiante es que nadie puede aventurar cómo seguirá la historia y a qué nuevos desafíos nos enfrentaremos.
Eso sí, cuando cargo la note-book saco una copia del power-point en el pendrive y me llevo un triple y una zapatilla de alargue porque uno nunca sabe en qué condiciones le tocará dar la clase.
(1) En un artículo, Allons enfants de la patrie: o arquivo pessoal de Anunciada Mastelli (2007), en Archivos de Ciencias de
Rubén Cucuzza
Universidad Nacional de Luján
Argentina
http://www.histelea.unlu.edu.ar
Hola Profe, muy buen relato (y analisis) de las tecnologias usadas en el ámbito escolar (laboral). Si bien no he enseñado y aun estoy cursando en la universidad, me asusta el uso de estas tecnologías en las aulas...
ResponderBorrarEl cierre es increiblemente muy bueno, un punto bueno, por asi llamarlo, es el avance que pronto se va expandiendo (eso merece otro analisis) y lo triste es la imposibilidad de su uso en algunos lugares.
Un abrazo
Nadia (estudiante UNLu)