jueves, marzo 16, 2006

Para qué sirve la historia de la educación


Decía Marc Bloch, en los primeros párrafos de su Introducción a la Historia:

“Papá, explícame para qué sirve la historia”, pedía hace algunos años a su padre, que era historiador, un muchachito allegado mío. Quisiera poder decir que este libro es mi respuesta. Porque no alcanzo a imaginar mayor halago para un escritor que saber hablar por igual a los doctos y a los escolares. Pero reconozco que tal sencillez sólo es privilegio de unos cuantos elegidos. Por lo menos conservaré aquí con mucho gusto, como epígrafe, esta pregunta de un niño cuya sed de saber acaso no haya logrado apagar de momento. Algunos pensarán, sin duda, que es una fórmula ingenua; a mí, por el contrario, me parece del todo pertinente. El problema que plantea, con la embarazosa desenvoltura de esta edad implacable, es nada menos que el de la legitimidad de la historia”
BLOCH, Marc (1957) Introducción a la Historia, México, FCE, p.7.
Parafraseando al niño de Marc Bloch nos preguntábamos en el primer teórico ¿para qué sirve la historia de la educación?
Y señalábamos su origen como disciplina ligado a la constitución de los sistemas educativos nacionales eurooccidentales en la segunda mitad del Siglo XIX, a la exigencia de formar masivamente lectores y para ello a la necesidad de formar al magisterio para dar respuesta a esa exigencia.
Desde una concepción optimista de la historia se pensaba que, además de didáctica y psicología, el futuro enseñante debía apropiarse de las prácticas de sus antecesores en la enseñanza para su mejor desempeño.
Para lograrlo, la historia de la educación era conformada como el relato de las batallas y efemérides escolares, de las biografías de pedagogos célebres, de la marcha ascendente de los métodos didácticos en beneficio del alumno; todo ello ad maiorem Comenio gloriam.
La historia de la educación surgía así como la disciplina autolegitimadora de la escuela como la única agencia legítima de transmisión de los saberes legítimos.
Para este discurso, el interrogante con el que iniciamos tendría una respuesta positiva...y además, científica...
Nota:
El historiador francés nació en Lyon el 6 de julio de 1886. Murió por su patria, fusilado por los alemanes, el 16 de julio de 1944, en un campo al norte de Lyon. Su libro inconcluso fue preparado para la publicación por su compañero cofundador de la Escuela de Annales, Lucien Febvre.
Sirva este artículo del blog como homenaje

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